Articulo de Isabel Salud, Coordinadora General de Ezker Anitza-IU, en El Correo. 17 de marzo de 2016.
La crisis económica que se inició en el año 2008 y que no es más que una manifestación de la crisis global del sistema capitalista, viene a dinamitar el ya debilitado consenso social de la vieja Europa que puso en pie los Estados de Bienestar. Crisis que pone de manifiesto los límites de un sistema económico de mercado y globalizado que ha fracasado al no dar respuesta a las necesidades más básicas de la humanidad. Los datos están ahí, el hambre, la pobreza y las injusticias se extienden por el Planeta en un momento de desarrollo suficiente de las fuerzas productivas y de las comunicaciones como para que todos y todas podamos vivir dignamente.
Es el fracaso de un modelo económico que pone todo su potencial al servicio del máximo beneficio de las élites, en lugar de ponerlo al servicio del bienestar de las personas, de su seguridad y de su crecimiento personal. No podemos cerrar los ojos a esa realidad que, si bien nos puede parecer lejana, se nos ha acercado hace unos años con la crisis, ha llamado a nuestra puerta, a la de nuestros vecinos, hijas, ha llegado para quedarse… si no lo evitamos.
Por eso, es necesario alzar la vista, entender que lo general y lo particular están íntimamente relacionados, parten de la misma lógica y que es necesario intervenir desde lo más cercano a lo más lejano, en una perspectiva global de cambio.
Los gobiernos de la Unión Europea, los de España y los de Euskadi siguen el mismo modelo económico que prima el beneficio privado y la economía de mercado. Los valores de la Europa de la Ilustración se han ido por el desagüe en el seno de esta construcción europea al servicio de los poderes económicos. La España de la Transición está agotada, tan corrupta y tan antidemocrática, no ha dado respuesta a las necesidades de la clase trabajadora y de los pueblos y, ni siquiera sirve ya a las élites que quieren cambiarla para consagrar sus recortes. Euskadi, la arcadia feliz, la de la buena gestión, dónde aumentan las desigualdades, el desempleo y la desprotección social, mientras ponemos nuestra soberanía fiscal al servicio de las rentas del capital en detrimento de las del trabajo.
Toda esta situación de emergencia social ha provocado una oleada de protestas por todo el territorio, de indignación y de movilizaciones en las calles que han conseguido un importante desgaste del sistema bipartidista monárquico español apoyado por nacionalismos conservadores y que ha tenido su reflejo/derrota con la bajada de voto de estas formaciones en las diferentes citas electorales de este ciclo completo que se inició en las elecciones europeas y terminará, para nosotras, en las elecciones al Parlamento Vasco.
Una de las lecciones principales que podemos extraer de todas y cada una de las últimas citas con las urnas es el gran potencial que han tenido las candidaturas unitarias. Unidad que ha tenido a un claro protagonista en la persona de Alberto Garzón, que como él dijera y también hiciera, “me voy a dejar la piel en la unidad popular”. Pues bien, el tiempo ha dado la razón a Izquierda Unida, las candidaturas unitarias y plurales de la izquierda allí donde se han presentado, han resultado ganadoras, han generado el apoyo y la confianza de la mayoría del electorado. Las Alcaldías de Zaragoza, Barcelona, A Coruña, Madrid, así como los resultados de las elecciones generales en Galicia, Catalunya y Valencia, son claros ejemplos de que la unidad multiplica cuando se basa en un programa de progreso y en el reconocimiento de las diferentes culturas de la izquierda y de las fuerzas del cambio. Qué distinta sería ahora la situación para conformar el Gobierno de España, si las fuerzas de progreso y del cambio nos hubiéramos presentado a las elecciones generales bajo la misma candidatura en todo el Estado.
Sin embargo, tenemos una nueva oportunidad, una nueva cita electoral en Euskadi que no podemos desperdiciar porque tiene que ser la del cambio. No hay ninguna excusa para ponernos a trabajar desde ahora mismo. Conscientes como somos de que las alianzas se construyen también y sobre todo en la movilización social, en las luchas y en los conflictos que propician base social de apoyo al cambio, tenemos recorrido hecho, diferentes experiencias compartidas con movimientos sociales, con partidos de la izquierda, de progreso, ecologistas, feministas, sindicalistas… es el momento de volcar este trabajo en una candidatura electoral.
Es nuestra máxima responsabilidad. Es un reto de futuro para las generaciones más jóvenes que quieren protagonizar este nuevo tiempo. También es un reto para todas nosotras, las mujeres, que tenemos un papel esencial a jugar, feminizar la política, desde la igualdad, la cooperación, convirtiéndola en una poderosa herramienta de transformación social.
Como respuesta a esa necesidad y oportunidad, hemos lanzado desde Ezker Anitza-IU el llamamiento programático de base para construir colectivamente la Euskadi que queremos, Euskadi Berria. Se trata de una propuesta de base, para poner en común con otras formaciones políticas y sociales. Queremos construir una Euskadi de pleno empleo, con una fiscalidad justa y progresiva, feminista, ecologista, con servicios públicos universales y de calidad, con derecho a la vivienda, un nuevo modelo productivo, una Euskadi democrática, transparente y solidaria, con memoria democrática, plurinacional y plurilingüe.
Sin duda el reto es apasionante y nosotras desde aquí y ahora también “nos dejaremos la piel” por la unidad popular.
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