La crisis está golpeando duramente a nuestras familias trabajadoras y nos ha expulsado al paro, a la precariedad y a la pobreza. O peor aún, a todos estos estadios juntos. Cuando un 17,6% de la población de Euskadi vive en situación de precariedad económica y más de 100.000 personas sufren pobreza severa, la situación es, sin duda alguna, de emergencia social.
Las víctimas del capitalismo y de sus crisis debemos organizarnos y trabajar conjuntamente para construir una alternativa social y política. Para construir una nueva Euskadi en la que estén garantizados los derechos humanos. Una nueva Euskadi en el que a nadie le falten los recursos y servicios básicos con los que desarrollar una vida en dignidad: trabajo, vivienda, energía, sanidad, educación… desde una decidida defensa de lo público, de lo que es de todas y de todos. Muchas de las privaciones actuales podrán resolverse con otra distribución de la riqueza, con justicia social, con una gestión adecuada de la economía. Este es nuestro propósito en este momento histórico.
Por eso hacemos un llamamiento a construir un nuevo sistema político y económico, a poner en marcha un proceso constituyente, que recoja los valores federalistas y republicanos, desde la voluntariedad de las partes y el reconocimiento al derecho a decidir. Necesitamos nuevas instituciones económicas y políticas que protejan a las clases populares y a la mayoría social trabajadora, que sancione con la dureza debida los comportamientos corruptos, vengan de donde vengan, que defienda nuestros derechos y libertades frente a los abusos del poder. Apostamos por una nueva Euskadi construida desde abajo, por las personas que tenemos que ofrecer nuestra mano de obra para poder sobrevivir y que ahora enfrentamos retos que sólo podremos abordar colectivamente.
No queremos reformas superficiales, ni cambios aparentes que sólo servirán para consolidar un sistema que expande masivamente la explotación sobre los seres humanos y el planeta. No queremos pactos que aparentan proponer cambios pero que en realidad suponen más de lo mismo, esto es, reformas para recortar en sanidad, en educación y en nuestros salarios. No queremos una restauración del sistema, sino un nuevo sistema.
Somos conscientes de que necesitamos sumar a mucha más gente, hacer que los que sufrimos la crisis tomemos conciencia de que hay una alternativa, una alternativa de vida. Por eso queremos hacer un llamamiento a volcar nuestra actividad en los conflictos sociales que emergen en todas partes y que expresan las contradicciones de este sistema, pero también sus soluciones. Queremos estar con nuestra gente, con nuestra clase, que es la que lucha cuando se producen despidos colectivos, desahucios, violencia de género, cuando se destroza el medio ambiente o cuando se extiende la pobreza. Tenemos que llegar a todos los territorios, a todos los barrios, para cohesionar a la gente que busca una alternativa social y política. Y no olvidarnos de las miles de personas, sobre todo la juventud, que ha tenido que irse fuera en busca de un futuro que aquí se les niega.
Vamos a ser una organización que ayude a construir tejidos sociales, que sea en si misma una nueva forma de entender la vida política y social, una organización de solidaridad y redes de colaboración y compromiso. No vamos a ser una organización exclusivamente volcada en el ámbito electoral, puesto que entendemos que los resultados electorales son la última expresión de una toma de conciencia que, sobre todo, se genera en la práctica política. Una organización que en su práctica y en sus métodos esté describiendo también la Euskadi que queremos, laica y feminista, plural y democrática. Una Euskadi que viva en paz y la defienda.
Somos conscientes también de que no podremos alcanzar nuestros objetivos si trabajamos en solitario. Por eso apostamos por construir con otros y otras, con todas aquellas personas y organizaciones comprometidas con la transformación social y con la defensa de los derechos humanos. Con todas aquellas personas que quieran, como nosotros y nosotras, continuar el hilo rojo de la historia que nos ha permitido alcanzar conquistas en forma de derechos sociales y políticos. Euskadi necesita una oportunidad y ésta sólo podrá aprovecharse si trabajamos conjuntamente, si sumamos nuestras fuerzas y energías, aquí en Euskadi y más allá de nuestras fronteras.
Pero la confluencia no es sólo de carácter electoral. Más al contrario, la expresión electoral es también la última de todas. Antes que eso seguiremos trabajando conjuntamente en las calles y en las luchas, esto es, en las manifestaciones, concentraciones, huelgas… porque es allí, en esas causas concretas, donde logramos nuestras victorias y donde conseguimos mejorar la vida de nuestra gente.
Este es un llamamiento a todas las personas comprometidas con una nueva Euskadi de justicia social, de feminismo, ecologismo y que haga cumplir los derechos humanos. Una Euskadi para las clases populares, para la clase trabajadora. Peleamos por la vida, por eso necesitamos trabajar en la construcción de un nuevo movimiento político y social que ataje la emergencia social y que sienta las bases de una nueva sociedad, a la que algunos llamamos socialismo.
Vamos a cambiar Euskadi y lo haremos desde la lógica democrática de trabajar codo con codo con todos aquellos y aquellas que saben que puede ser diferentes. Tenemos los conocimientos y la voluntad para acabar con las políticas de austeridad y para situar a Euskadi en la senda de un desarrollo justo, sostenible y solidario. Es una senda de libertad.