Sin noticias del ansiado cambio

Se cumplen 100 días desde que el gobierno del Ayuntamiento de Barakaldo cambió de color político, y desde que nuestra coalición llegó al consistorio. Se supone que existe una norma no escrita, de otorgar 100 días de gobierno a la fuerza vencedora de la contienda electoral, pero lo cierto es que a pesar del ralentí burocrático en el que se ha encontrado el consistorio, las urgencias a las que nos hemos enfrentado desde un inicio no han dado opción.
 
El 13 de junio existía cierto optimismo en Barakaldo. La entrada del PNV en el gobierno municipal después de más de 30 años de “socialismo” generó expectativas a todos los niveles del municipio. Se suponía que el cambio en el modelo de gestión, hacia la transparencia y la agilidad burocrática, se iba a notar. Pero tras 100 días lo cierto es que las formas no distan mucho de las anteriores. Nos encontramos con muchas dificultades a la hora de conseguir información: decretos marcados como privados que no pueden ser estudiados desde el operativo informático, expedientes que hay que estudiar delante de el personal del Ayuntamiento porque no se puede obtener copia alguna, preguntas que en el mejor de los casos son contestadas muchos días después… Si ya resulta costoso para los concejales y las concejalas de la oposición, como será para el resto de vecinos y vecinas.
 
Entendemos que la toma de contacto con el gobierno de una institución que durante décadas ha estado bajo la batuta del adversario político no es fácil, pero no nos vale como excusa cuando se compra con dos direcciones al eterno rival (o no tan rival cuando se le aprobaron presupuestos en la anterior legislatura), y se continúan con las viejas tradiciones, como el decreto de minorización de las ayudas sociales, o la opacidad a la hora de llegar a acuerdos políticos.
 
Mientras tanto desde Irabazi Barakaldo seguimos conociendo el entramado institucional. En este tiempo hemos hecho el esfuerzo de influir desde la izquierda en los acuerdos del consistorio: así lo hicimos en el Plan de Empleo, que aunque no nos gustase el modelo, pudimos introducir un mayor número de cláusulas sociales de las que se proponían; o en la mesa monográfica de Mujer, donde exigimos que se establezcan medidas contra los puntos negros desde ya, sin más demora; o en Acción Social, donde estamos recogiendo todas las aportaciones posibles del tejido asociativo.
 
En definitiva, seguimos trabajando en un Ayuntamiento rígido, con exiguos cambios en la manera de trabajar, que en ocasiones parecen adoptados más de cara a la galería que en favor de la democratización institucional. Tenemos los dos meses más importantes del curso político baracaldés, con los impuestos, tasas y presupuestos municipales, donde se verá hasta donde llega la voluntad de cambio, y hasta donde el reparto de cromos entre PNV y PSE.

Sin noticias del ansiado cambio

Se cumplen 100 días desde que el gobierno del Ayuntamiento de Barakaldo cambió de color político, y desde que nuestra coalición llegó al consistorio. Se supone que existe una norma no escrita, de otorgar 100 días de gobierno a la fuerza vencedora de la contienda electoral, pero lo cierto es que a pesar del ralentí burocrático en el que se ha encontrado el consistorio, las urgencias a las que nos hemos enfrentado desde un inicio no han dado opción.
 
El 13 de junio existía cierto optimismo en Barakaldo. La entrada del PNV en el gobierno municipal después de más de 30 años de “socialismo” generó expectativas a todos los niveles del municipio. Se suponía que el cambio en el modelo de gestión, hacia la transparencia y la agilidad burocrática, se iba a notar. Pero tras 100 días lo cierto es que las formas no distan mucho de las anteriores. Nos encontramos con muchas dificultades a la hora de conseguir información: decretos marcados como privados que no pueden ser estudiados desde el operativo informático, expedientes que hay que estudiar delante de el personal del Ayuntamiento porque no se puede obtener copia alguna, preguntas que en el mejor de los casos son contestadas muchos días después… Si ya resulta costoso para los concejales y las concejalas de la oposición, como será para el resto de vecinos y vecinas.
 
Entendemos que la toma de contacto con el gobierno de una institución que durante décadas ha estado bajo la batuta del adversario político no es fácil, pero no nos vale como excusa cuando se compra con dos direcciones al eterno rival (o no tan rival cuando se le aprobaron presupuestos en la anterior legislatura), y se continúan con las viejas tradiciones, como el decreto de minorización de las ayudas sociales, o la opacidad a la hora de llegar a acuerdos políticos.
 
Mientras tanto desde Irabazi Barakaldo seguimos conociendo el entramado institucional. En este tiempo hemos hecho el esfuerzo de influir desde la izquierda en los acuerdos del consistorio: así lo hicimos en el Plan de Empleo, que aunque no nos gustase el modelo, pudimos introducir un mayor número de cláusulas sociales de las que se proponían; o en la mesa monográfica de Mujer, donde exigimos que se establezcan medidas contra los puntos negros desde ya, sin más demora; o en Acción Social, donde estamos recogiendo todas las aportaciones posibles del tejido asociativo.
 
En definitiva, seguimos trabajando en un Ayuntamiento rígido, con exiguos cambios en la manera de trabajar, que en ocasiones parecen adoptados más de cara a la galería que en favor de la democratización institucional. Tenemos los dos meses más importantes del curso político baracaldés, con los impuestos, tasas y presupuestos municipales, donde se verá hasta donde llega la voluntad de cambio, y hasta donde el reparto de cromos entre PNV y PSE.