Un viejo proverbio dice que “Nosotros no heredamos la tierra de nuestros padres, la tomamos prestada de nuestros hijos”.
Esta frase define exactamente cómo deberíamos plantearnos nuestro paso por el planeta, y lo hace desde la perspectiva de la prolongación de nuestra propia vida, y de la del resto de seres vivos. Los recursos naturales son finitos y cada vez más escasos, por lo tanto tenemos la obligación de proteger el suelo que pisamos y la tierra que nos alimenta y nos mantiene para garantizar la existencia de las generaciones futuras.
Este es el verdadero debate sobre la gestión de los residuos: cómo consumimos y cómo tratamos lo que “nos sobra”. El sistema económico en el que vivimos necesita producir de más para que consumamos de más, y mantener así el beneficio creciente e ilimitado, lo que provoca grandes desigualdades sociales a nivel planetario, una permanente extracción de recursos naturales finitos, y una generación de residuos incontrolada.
En Gipuzkoa llevamos más de una década debatiendo sobre qué hacemos con los residuos en un debate en el que la cuestión de fondo, cómo consumimos no suele estar en un primer plano. Al principio Gipuzkoa iba a tener tres incineradoras, algo que finalmente se descartó, gracias a la movilización ciudadana que demostró que era una barbaridad.
Ahora nuevamente PNV y PSE, que gobiernan la Diputación Foral, pretenden poner en marcha una incineradora en Gipuzkoa que quemará 200.000 toneladas cuando en la actualidad generamos 165.000 toneladas, sin analizar antes cómo concienciar a la ciudadanía de un consumo responsable, ni cómo mejorar los índices de separación para el posterior tratamiento de los residuos, a pesar de que hay mucho margen de mejora y de que se han podido contrastar distintos métodos para hacerlo.
Sin embargo, esas formaciones van a hipotecarnos hasta 2051, 35 años, en una infraestructura que nos costará 1.200 millones euros y cuya construcción y gestión se hará mediante un concurso público, es decir se privatizará. El hecho de que haya una decena de grandes empresas tanto locales como extranjeras interesadas en este concurso demuestra que la incineradora es un buen negocio. De lo contrario, ninguna de esas empresas estaría interesada en concursar dado el alto coste que tiene.
Una vez que la incineradora se ponga en marcha, habrá que hacer que sea rentable, y solo existen tres variables para lograrlo: o se mantiene el volumen de toneladas necesarias para ello, lo que conlleva no trabajar en el camino del reciclaje, o se importar basura de otros territorios, o bien se incrementa la tasa de basura. Idéntico tratamiento que el de los peajes: o hay más vehículos circulando o sube el peaje. Está todo descubierto.
Con la incineradora en marcha, si se incrementa el volumen de recogida selectiva para su posterior reutilización o reciclaje, y se ponen en marcha sistemas de tratamiento de residuos para dotarlos de una segunda vida, se reducirá la fracción resto para la incineradora, con lo que habrá que importar basura desde otros lugares. Algo también inventado, ya que así funciona, por ejemplo, la incineradora de Oslo: importando la basura de Londres. También la incineradora de Mallorca, hasta ahora la más cara del Estado, importa basura de Italia. Así que el impacto en el medio ambiente se incrementa con el transporte. Y dado que el Diputado de Medio Ambiente ha manifestado que la incineradora no tendrá impacto en la tasa de basura, se entiende que, si es necesario, traerán basura de otros lugares a quemar a Gipuzkoa.
Al parecer, entre los objetivos de PNV y PSE no están toda la batería de acciones que desde la UE están planteando para reducir los residuos a tratar, eso que se ha denominado como “economía circular”, y cuyos objetivos no son otros que recuperar materias primas escasas y caras de las que Europa carece, y que las cosas tengan una vida útil lo más larga posible, y que una vez alcanzada puedan ser reutilizadas o recicladas. De esta forma se reduce la cantidad de recursos naturales finitos a extraer de la naturaleza.
En relación con los ejemplos que se ponen de manera recurrente sobre la energía que generan las incineradoras y su utilización posterior, es muy frecuente escuchar cómo en los Países Nórdicos, Austria o Alemania esa energía se utiliza para la calefacción. Lo que no se dice es que esos países tienen desarrollada toda una red subterránea de instalación de calefacción que aquí no existe, este es también el motivo por el cual muchas de estas incineradoras se encuentran en el centro de algunas ciudades, y es por lo que la energía que producen cumple los parametros de valorización energética, algo que claramente la incineradora de Gipuzkoa no cumplirá. La pregunta que cabe hacerse es si se construirían en este momento en Europa esas incineradoras. La respuesta es claramente no. Y por qué se mantienen entonces, porque las incineradoras tienen una “vida útil” y las instituciones que las contratan están obligadas a mantenerlas durante esa “vida útil” las utilicen o no, y ninguna institución paga dos veces por tratar el mismo residuo, por lo que donde hay incineradora no se trabaja en el tratamiento alternativo de residuos.
En relación con los impactos en la salud que una instalación de este tipo tiene, el lobby incinerador siempre tiende a cuestionar y poner en duda los resultados de años de investigaciones científicas por todo el mundo, en una pretensión de minimizarlos respecto a otras fuentes contaminantes actuales. La cuestión no es si la incineradora provoca mayores o menores riesgos que el tráfico por ejemplo, sino evitar poner en marcha otra fuente más de contaminación inexistente en este momento. Estos días leía en prensa que en la incineradora de Viena tienen lugar conciertos. No lo dudo, pero no demuestra nada en absoluto. Es más, suena a estrategia de comunicación para limpiar la imagen de instalaciones nocivas para la salud y el medio ambiente.
En definitiva, la gestión de los residuos tendrá una complejidad técnica, pero ese no es el debate. El debate es si se apuesta por un cambio en nuestro modelo de consumo basado en producir de más para consumir de más, en la reutilización y el reciclaje de los materiales para dejar de esquilmar recursos naturales finitos, o por el contrario se apuesta por quemar lo que se puede reutilizar.
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