2020 está siendo un año extraño, no sólo por la Covid19, también por lo que la pandemia está dejando encima de la mesa: cómo vivimos en un sistema en el que prima el sálvese quien pueda sobre el salir reforzados como sociedad, con mejores servicios públicos. Y cómo “la economía”, el interés de pocos empresarios, se prioriza sobre los intereses de la sociedad que la enriquece.
En este modelo tenemos parada una actividad de ocio, que quienes mandan han decidido convertir en sector estratégico; el turismo. En Bizkaia este sector representa en torno al 5,5% del PIB, inferior al 7% de media estatal, pero una cifra a la que Diputación otorga relevancia. Y se la da favoreciendo este sector en detrimento de otros como la industria, ya que en el fondo con este sector (y con construcción) se viene queriendo suplir el desmantelamiento industrial.
Para Turismo hay bien de pasta pública, más si tenemos en cuenta que la apuesta fuerte de Diputación es el modelo de Congresos y Grandes eventos o “Turismo MICE”. Recordemos que es una apuesta que se viene desarrollando hace más de una década en el Gran Bilbao: Finales de Rugby, la Bienal de la Máquina -Herramienta por la que se cambió de “Feria” a BEC!, el Mundial Baloncesto 2014, la Euro2020 en la que hemos perdido unos seis millones de euros del Ayuntamiento de Bilbao y de Diputación, los MTV EMA que nos costaron más de seis millones de euros. Y sobre este tema, desde Elkarrekin Podemos-IU en Bizkaia, interpelamos a la Diputación Foral porque estamos a favor del turismo, pero en contra del modelo que tiene la institución foral. Una estrategia que viene a ser una mala copia de todos los errores de los que Barcelona, por ejemplo, se arrepiente; pisos turísticos que suben los precios de viviendas, invasión caótica de cruceros, gentrificación y su consecuente destrucción del comercio tradicional y masificación del centro mientras se expulsa a la población de su ciudad, entre otros ejemplos.
Hace ya cinco años se actualizó en Gasteiz la Carta Mundial del Turismo Sostenible que establece cuestiones como que el turismo debe ser compatible con la conservación de la naturaleza y de la biodiversidad; debe responder de forma activa y de manera urgente al cambio climático; puede contribuir a luchar contra la pobreza, proteger la naturaleza y el medio ambiente, y promover el desarrollo sostenible, o que debe utilizar los bienes y servicios locales de manera que pueda aumentar los vínculos con la comunidad y reducir al mínimo las fugas económicas, reconociendo la cohesión social y económica como principio fundamental del desarrollo del turismo sostenible. En esto se comprometió el Gobierno Vasco, de la mano de UNESCO y de la Organización Mundial del Turismo.
A día de hoy vemos cómo Diputación colabora con la OMT para usar San Mamés como trampolín turístico, pero no para adaptar sus acuerdos. Muestra de ello son proyectos poco sostenibles como un Guggenheim II en la reserva de la Biosfera Urdaibai, la focalización del turismo en el Bilbao Metropolitano, o la precariedad laboral asociada al sector.
Este año de paro turístico es el momento para repensar en colectivo este modelo, apostar por el turismo de cercanía, sostenible, que redunde en beneficio de todo Bizkaia. Proponemos que se tomen medidas para regular el turismo, para repartirlo por el Territorio, para basarlo en empleos de calidad, para que revierta positivamente en nuestro patrimonio natural y cultural, para que facilite el transporte público y fomente el conocimiento del propio Territorio entre su población y entorno. Aún estamos a tiempo de que el turismo no nos coma.